¿Alguna vez has admirado a alguien por
haber logrado lo que se propuso o por haber alcanzado lo que pocos? ¿Algún
artista famoso, un empresario exitoso o un atleta destacado? ¿Te has puesto a pensar cómo es que llegó a
donde está? ¿Qué esfuerzos y
sacrificios tuvo que hacer? ¿Qué es lo que lo distingue de los demás?
Es evidente que hay personas que nacen
con algún talento especial, una voz extraordinaria, una creatividad para los
negocios o una habilidad increíble para los deportes. ¿Será
cierto que el talento solo lo reciben unos cuantos y la gran mayoría no destaca
en nada? ¿O será que las personas
que lograron lo que se propusieron no se detuvieron a pensar si eran parte de
ese selecto grupo de personas dotadas con algún talento especial?
Recientemente, tuve la oportunidad de
ir a una boda en la que el maestro de ceremonia nos conquistó a todos los
presentes con su manera de hablar Su
estilo era tan fluido y natural al punto de tocar fibras sensibles en todos los
asistentes, creando así un ambiente indescriptible.
Al terminar la ceremonia hablé un poco con él,
resulta que es orador, se dedica a dar pláticas o conferencias en diferentes
lugares alrededor de todo Estados Unidos, lo cual no fue una sorpresa. La habilidad que él demostraba para hablar en
público era más
que evidente. Lo realmente impactante fue cuando me enteré que él nació con síndrome de Tourette: una condición neurológica que provoca
movimientos involuntarios, es decir, tics; los tics más extraños que alguien pueda imaginar y que son constantes,
y al ser un síndrome, los doctores dicen que es una condición con la que tendrá
que vivir. Y así
lo hizo, durante 20 años, hasta que un día dudó. Decidió cuestionar lo que
durante toda su vida le habían dicho que era verdad, y se probó a sí mismo cuál
era en verdad su límite. No es tan sencillo como dudar y comprobar, es
impresionante el tiempo que le dedicó, el esfuerzo que se requirió y la
voluntad para demostrarle al mundo que él no tenía por qué conformarse con lo
que toda su vida le dijeron que era.
Tuve la fortuna de conocer a Marc
Elliot, de ver sus videos en Internet y de asistir a una de sus pláticas, de
entender que el límite es el que nosotros mismos fijamos. No es fácil aceptar
que lo que creemos puede no ser cierto, y estoy convencida de que fue un arduo
trabajo y muchísima dedicación lo que llevó a Marc a cruzar ese
"límite", a lograr lo que se propuso aunque la gente le decía que era
imposible.
Reflexionando un poco sobre todas las
personas que han logrado lo que se proponen, creo que tienen algo en común:
todas son personas "tercas", a las que no les importa lo que dicen
los demás o incluso si les dicen que lo que ellos se proponen es imposible. Son
personas que siguen buscando, sin querer encontrar, su límite. Te comparto esta
experiencia porque estoy convencida de que todos tenemos la capacidad de lograr
lo que nos proponemos, no es nada sencillo cambiar nuestras creencias y es una
responsabilidad muy grande aceptar esa capacidad, pero, ¿crees que valga la
pena volver a plantearte cuál es tu límite?
Fernanda Rivera Floriuk
Grupo Miranda Psicología Especializada
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