Por: Guillermo Badillo
Gerardo es mi sobrino de 9
años de edad. Es un futuro aficionado ferviente al fútbol. Su papá, uno de los únicos
aficionados al Club Necaxa. Yo único seguidor del Club Toluca en La Laguna hemos fomentado
el sentimiento de querer este deporte. Se ha emocionado, ha llorado, incluso ya
le toco vivir un campeonato de su equipo favorito, el Santos Laguna. Sí, nos
mandó por un tubo cuando eligió equipo.
Hace un año gané un par de
boletos para ir al Estadio Corona para ver un Santos Vs Pumas. Cuando se lo
dije a mi sobrino se emocionó mucho y desde ese momento estaba impaciente para
que se llegará el viernes, día del juego.
Gerardo desde temprano
estaba listo para ir al partido. Se llegó la hora y partimos rumbo al estadio.
Él ya conocía el estadio, así que su asombro al llegar no fue mucho, lo que si
le impresionó fue la cantidad de seguidores de Pumas que vio al llegar.
-Yo no entiendo ¿cómo le
hacen para venir desde el DF?- me preguntó asombrado mientras buscábamos
nuestros asientos.
- Es la magia del fútbol- le
dije, mientras checaba los boletos.
Encontrados nuestros
asientos, nos acomodamos y tocó esperar a que comenzara el partido. Los equipos
calentaban y él me apuntaba jugadores y me decía su nombre y posición. Me
pareció muy chistoso, al mirar a los
titulares calentar y me explicó la formación con la que Santos jugaría esa
noche.
El juego fue espectacular.
Pumas ganó 3-4. Me sentí mal, porque mi sobrino estaba muy emocionado y pues
una derrota podría pegarle en su ánimo. Al salir del estadio esta idea se fue
de mi mente con lo que me dijo.
-Hubo muchos goles, estuvo muy
padre el juego, me divertí. Gracias por traerme- me dijo, al mismo tiempo que
dejábamos atrás el estadio y nos dirigíamos hacia el carro.
Me sorprende como puede
llegar a funcionar la inocencia en un niño, es algo excepcional. Mi sobrino a
pesar de la derrota sufrida por su equipo, aún se tomó el tiempo de disfrutar
el Fútbol como lo que es, un juego.
Invitó a todos a reflexionar
sobre si realmente estamos disfrutando todo aquello que hacemos supuestamente
para este fin. El disfrutar más de estos pequeños detalles sin duda alguna nos
ayudará a sentirnos más plenos con nosotros mismos.
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