miércoles, 6 de abril de 2016

No te acabes, poder.


La sensación es tan inmensa que siento que puedo comer el mundo de un bocado , sin desgajarlo, sin desmenuzarlo. Es más el placer que me brinda el sólo hecho de poseerlo que el mismo proceso de disfrutarlo, es placer por placer, no se desprende de un hecho particular, es puro y por eso se siente perfecto en mi cuerpo, en mis manos, en mis pensamientos e ideas. Es tan fácil tener el control de lo que deseo y tan difícil contenerme a mí mismo; sin embargo, no importa si la presa se desborda, al final de cuentas se desborda en mí... ¡Qué bien se siente esto!, es magnífico, gigantesco, que no cabe en mí. Ahora entiendo a los dictadores, a los justos, a los injustos, pues una vez que conoces el poder y lo tienes en tus manos, te negarás rotundamente a soltarlo, es una fuerza imparable por medios externos, una llama eterna, combustible infinito, ¡no te acabes, poder, no te acabes! Antes de ti yo era otro, pero después de ti no seré nada. ¿Perdí la humanidad? Yo creo que me volví más humano y más animal, ¡qué extraño es esto!, que amo y a veces la gente fuera de mi círculo me es indiferente, como si fuera un maremoto, sin consciencia, sin culpa, sin remordimiento. ¡No te acabes, poder, no te acabes!, pero no me tragues, no me engullas, no hagas de mí una porción tuya, que parece que tienes vida propia. ¡No me tragues poder, no me tragues!

Psicólogo Alejandro Monreal
Grupo Miranda Psicología Especializada

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