La guitarra y yo
“La función del arte en la sociedad es edificar,
reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe” Sigmund
Freud
De niño cuando asistía
a cuarto de primaria fue mi primer acercamiento con las artes, fue un curso de
guitarra que tomaba por las tardes. Ahí pude aprender el nombre de las notas, aunque
no a identificarlas con mi oído, es por eso que hasta el día de hoy no puedo afinar el instrumento. Para ser
honesto esta idea de tocar no fue mía, sino, por dos cosas: una, por recomendación
de mi madre, que depositaba en mi sus deseos de que alguien fuera músico en la
familia, ella amante de los boleros y dos: porque me obligaban. Mis clases solo
duraron poco más de dos meses, después de berrinches y reclamos ante mi mamá
por la sensación de usar mi tiempo libre para aprender algo que no me gustaba.
En secundaria me reencontré con el instrumento de cuerdas,
pero en esta ocasión era una materia obligatoria. De hecho me dieron elegir
entre: baile moderno, el cual descarte inmediatamente por mis deficientes
habilidades en esta área, baile folclórico, descartado por la misma razón y por el hecho de la vergüenza que me vieran
vestido de trajes florales zapateando por una tarima de madera. Solo quedaban
artes plásticas y música: donde rondalla era la actividad principal. Otra vez mi
madre haciendo uso de su poder de persuasión me obligó, digo me sugirió,
asistir a las clases de guitarra.
Tres años, dos
veces por semana, una hora después de clases, y
algunos fines de semana, sobre todo cuando se acercaban los festivales
de la madre y navidad. Esa era mi relación amarga con el arte, donde no encontré
el amor que veía en algunos de mis compañeros, que impacientes esperaban poder
estar en frente de la rondalla y lucirse
con sus familiares. Mi aspiración iba arrojada hacia que no me tomaran mucho en
cuenta. Colocarme en la parte de atrás y hacer como que tocaba.
Hoy me fascina
escuchar música, sentirla. Intento bailar, a pesar de mis torpes pies. Incluso
años después con ayuda de algunos tutoriales de you tube, retomé la guitarra, esta
vez como reto personal y gracias a esto, encontré algo. Al fin comprendí la función del arte, la cual es: que cuando no
hay palabras, o nadie que funja como espejo. La expresión artística se
vuelve el medio que nos acerca a nosotros mismos. La música, la pintura, el
baile, la escritura o cualquier arte que se nos ocurra, son un camino para mostrarnos
como realmente somos, sin límites, sin fronteras. La creatividad al uso de la
sociedad y de nosotros.
El arte y la psicología pueden ser una
mancuerna excelente, para poder acceder al autoconocimiento. El cual nos dará
las herramientas en los momentos que sintamos que nos derrumbamos ante una
realidad, qua veces luce abrumadora.
Por: Juan Eusebio Valdez Villalobos
Por: Juan Eusebio Valdez Villalobos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario