martes, 5 de abril de 2016

Rascar donde no pica

Rascar donde no pica

Hace algunos años, en un programa de televisión apareció un experto en química y bioquímica. El científico invitó a todos los espectadores a "rascar donde no picaba", mostrando así a su público como ahora sienten ganas de seguir rascando cuando en un principio no existía ni la necesidad de hacerlo. Con este ejemplo, el divulgador científico Pere Estupinyà explicó cómo funciona la curiosidad en relación a la ciencia, pues uno puede empezar a leer algún artículo científico sin necesidad alguna y esto podrá ir generando dudas y ganas de ir conociendo más acerca de las maravillas mundiales, incluso del universo.

La frase del título me fascina, pues si bien es un excelente ejemplo para la curiosidad científica, creo que es transferible a muchos otros aspectos de nuestras vidas, en especial a nosotros mismos. La mayoría de las personas vivimos años teniendo una idea sobre nosotros mismos, asignándonos algunos adjetivos para poder explicar nuestra forma de ser, creando un auto concepto, sin darnos cuenta que no siempre este definición es tan precisa o que nos hace falta conocer un poco más sobre nuestro ser.

"Rascar donde no pica" fue la expresión perfecta que encontré para definir mi proceso terapéutico, pues la primera sesión a la que asistí fue sin saber qué es lo que buscaba y cuál era el motivo específico por el que estaba ahí. Conforme pasaban las sesiones sentía  ganas de conocer más sobre mí, de darme cuenta de cómo es que reaccionaba seguido de la misma forma ante diferentes situaciones, lo que generó que la impresión que tenía sobre la terapia psicológica fuera cambiando.

Recientemente me di cuenta de que no fui la única que pasé por este cambio de idea durante el proceso, pues en una plática con un amigo me confesó que durante muchos años tenía la creencia de que "la psicología era una tontería" y se resistía a asistir a consulta a pesar de que se lo hayan sugerido diferentes personas en diferentes momentos. Intentar salvar la relación con su esposa, fue lo que lo llevó a asistir a terapia sin estar completamente convencido.

Semanas después de haber iniciado el proceso me asegura que es una de las mejores decisiones que ha tomado, no sólo en relación a su vida de pareja, sino que en muchos otros aspectos de su vida. Incluso haciendo una comparación, se da cuenta de que las primeras semanas solía quejarse del gasto implicado para acudir a las sesiones, y cómo ahora, organizándose e incluyendo el costo en el presupuesto mensual, éste ya no lo ve como un despilfarro, sino como una inversión, la cual genera un mayor beneficio tanto a él como a su familia.

Así fue como concluimos que el trabajo personal y el "gasto" económico pueden ser complicados al inicio, sin embargo al generar cambios y así crear resultados, caemos en cuenta que estos esfuerzos valen la pena, y que es más sencillo cuando se empieza a rascar cuando aún no pica.


Fernanda Rivera Floriuk

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