martes, 28 de junio de 2016

Yo y la psicología

Mi nombre es Karla Daniela González. Actualmente me encuentro en la ciudad de Saltillo, pero soy de Gómez Palacio, Dgo. Acabo de terminar mi carrera de Ingeniería en Biotecnología, y debido a la falta de trabajo en la comarca lagunera, hoy vivo en la capital.

Tengo varios amigos y conocidos que son psicólogos. Me llama la atención la razón por la que escogieron esa profesión. Muchas veces no va con su personalidad, creo. Sé que la psicología estudia el comportamiento del ser humano.  Me he dado cuenta que mis amigos tienen una manera de pensar muy profunda indirectamente, cuando empiezan de hablar de un tema, se adentran a toda información. A veces me pregunto, si los psicólogos controlan sus actos y pensamientos.  Sabiendo del daño o efecto que puede causarles, incluso de los beneficios que puedan plasmar en su vida. Por ejemplo, si un psicólogo empieza a tener síntomas de depresión, ¿sabrá controlar esos pensamientos, y esos actos? o por ejemplo de lado contrario, ¿será que pueden tener el poder de la mente para hacer realidad algún objetivo en su vida?

Otras preguntas me surgen como son: ¿la psicología tiene relación con la espiritualidad? ¿Qué relación tiene en cuestión de crecimiento personal, o cuál es su objetivo? Me gusta saber de la espiritualidad y el equilibrio emocional. ¿La psicología se puede apoyar de puntos de la espiritualidad para manejar el carácter, gustos personales, familia, vida social, etc.?

Me gustaría saber más de esto, y sobre algunos libros al respecto de la psicología y la espiritualidad. Otro punto, mucha gente dice que todo es mental, que no es necesario ir con un psicólogo, ¿Que piensa un psicólogo de esto?

Una de las experiencias que me ha tocado lidiar con un psicólogo. Hace unos años sufrí de una crisis de depresión. Ahora que lo pienso era una adolecente que no sabía lo que quería. Estuvo algo fuerte, dure unos meses con una psicóloga en un grupo de un hospital, en realidad ahora que lo pienso y que recuerdo, no recibí totalmente el apoyo que necesitaba, ni un empujón. Recuerdo que empecé a practicar el ‘’todo es mental’’ mientras pasaban los años me ayudó eso, decía; ‘’si voy a estar triste, voy a estarlo; si voy a ser feliz, voy a estarlo’’.  


No he tenido oportunidad de hablar sobre estos temas con estos especialistas. A veces pensamos que la psicología es fácil, y que no es importante saber muchos temas de esto, pero creo que ahora en esta época que vivimos, deberían de haber más grupos de apoyo emocional, de actividades que ejercite la mente, grupos, conferencias, etc.

viernes, 24 de junio de 2016

Santa

Por: Juan Eusebio Valdez Villalobos

Es común escuchar la pregunta: ¿a qué edad es conveniente decir a los niños que no existe santa Claus?  Aquí se divide el mundo; hay quien dice que debe ser desde pequeños para que acepten la realidad lo más pronto posible. Esto les evitará sufrimiento futuro. La contra parte expresa que es hasta que el niño entre a la pubertad, argumentando que al estar interesados en otras cuestiones, la misma idea de un barbón bonachón desaparecerá por sí sola. No intentaré responder nada, sólo contaré mi experiencia.

La primera vez que escuché que el habitante del polo norte, era solo una mentirilla que nuestros padres usaban para justificar la falta o la aparición de regalos debajo de nuestro pino. Fue una ocasión en que yo en tono caprichoso repudiaba el videojuego recibido; justificando mi rabieta con “eso no era lo que quería”. Mi padre solo se limitó a decir que San Nicolás se le había olvidado el encargo, yo desde mi lógica infantil pensaba: pues claro, si son regalos nacidos desde la buena voluntad, era injusto pensar que se fuera a poner a cumplirle a los millones de chamacos sus caprichos.  Lo mejor sería aceptar las palabras de mi progenitor y continuar comiendo tamales recalentados.

Vuelvo a la historia de mi creencia del dador de regalos. Era una nochebuena: fría, helada, yo tenía alrededor de 8 años, grande para mi edad, donde se le mirara. Solo mi voz chillona me devolvía a mi niñez, ya que siempre aparenté ser un adolescente desde muy pequeño.  Estaba en una típica posada, en esas que la cera caliente te cae en las manos, pero te aguantas porque a nadie ves que se queje. Me encontraba junto con otros niños, en la parte exterior de la casa de nuestra vecina, soportando el frío, debido a que una gran multitud abarrotaba la sala. Todos con la esperanza de que les tocara un chocolate caliente y un par de tamalitos.

Adentro las viejecillas cantoras guiaban el rosario. Mientras, mis primos y yo hablábamos de nuestros posibles regalos. Uno de ellos aseguraba que santa Claus empezaba temprano a entregar, obvio, sino nunca terminaría, concluimos. Entonces nos encontrábamos mirando el cielo, ya que era probable verlo pasar en su trineo.

Estábamos en la búsqueda del barrigón. De pronto de las penumbras, un primo ya mayor nos lanza una bomba “Santa no existe”. Todos  desorientados e incrédulos, preguntamos el motivo de su negativa. Lo cual responde con soberbia; “si, no existe, es más yo fui a comprar los regalos con mi tía y los tienen guardados en tu casa” dirigiéndose  hacia mí. Una tristeza me invadió, a la vez  que la curiosidad aparecía. Al terminar el ritual, me escabullí rápidamente a tomar mi respectivo bolo, lo merecía después de las quemaduras. En casa, ya con mi madre, abordándola antes de salir a poner la mesa para la cena,  pregunté si en realidad Santa Claus existía. Lo cual ella contesta con un contundente “sí”. Aún no satisfecho, comenté el suceso antes narrado. Un silencio, y al fin mi madre confiesa: que era cierto lo de los regalos, pero, el responsable de otorgarle el dinero para los presentes había sido el gordito vestido de rojo y que si lo había hecho de esa forma era debido al exceso de trabajo.

He de confesarles que creía en Santa todavía hasta los 11 años. Después pasó lo que decían algunos. Se me hizo estúpido seguir creyendo. Hoy no les guardo rencor a mis padres por decir la verdad o por sostener una mentira. Al contrario agradezco a mis progenitores cuidar hasta el extremo mi inocencia. Atribuyo a esto, mis constantes ensoñaciones diurnas. Donde la esperanza me abraza cuando el frío invernal llega, donde al voltear al rincón de mi sala veo el nacimiento y me recuerda un nuevo comienzo.

jueves, 23 de junio de 2016

MIEDO

¿A qué le temes? No pregunto por un miedo paranormal o injustificado, sino a qué cosas de la realidad les tienes pavor. Podrías perder una extremidad o quedarte sin hogar y compañía, sería duro, y nos puede pasar a todos. Quizá una muerte súbita y sin aviso es lo que te hace levantarte sudando por las noches.

De ser así, perteneces a esa mayoría que le teme al dolor, a la muerte y al miedo mismo. Eres una persona "normal" puesto que a nadie le gusta sentirse mal; pero si eres del otro porcentaje, entonces no sabría si decirte, con alegría o tristeza, que estás listo para lo que te pueda pasar, ya sea por costumbre o por una gran fuerza que te ayuda a mantenerte en pie.

Es raro aquel que no teme a la muerte, a las pérdidas. Una mente muy inusual, que trae tantos beneficios como problemas. Quien lidia con la idea de que en cualquier momento morirá y no le causa esa náusea que nos suele provocar el imaginar esa escena, está listo para soportar los golpes que tarde o temprano la vida le dará; pero también  desarrollan una conciencia realista, saben que no hay magia o encanto que solucione la vida, han perdido el deseo inocente de que todo esté bien y la fantasía infantil de que tienes mucho tiempo por delante.


¿Puedes ponerte en los zapatos de una persona así? ¿Puedes imaginar cómo es vivir sin temor a lo que te pueda pasar? Si eres de aquellos que no se paralizan con esas ideas, existe algo a lo que los seres humanos le tememos aun más, nos suele hacer sentir muy pequeños e indefensos, provoca el deseo de evitar esforzarnos y rechazamos lidiar en todo lo posible con eso.

En efecto, no existe nada más tormentoso que darse cuenta de que estamos vivos, y que podemos hacer absolutamente todo lo que la vida nos ofrece, es abrumante la cantidad de cosas que no has hecho y que podrías hacer, desde trabajar sin seguro médico hasta dejar todo y emprender  una aventura. Vivir es lo que más nos asusta, y le huimos como si de cáncer se tratara.

Él que no le teme a la muerte está listo para el dolor, y él que no le teme a la vida no sufrirá como nosotros lo hacemos. Él creará su propia magia y toda ilusión infantil dejará de serlo para convertirse en una realidad.  

Hay una cosa que a pesar de lo que temas es igual para todos, el final es el mismo, así que es importante preguntarnos: ¿vale la pena tener tanto miedo?

Psic. Jorge Raúl Díaz Martínez
Grupo Miranda Psicología Especializada

miércoles, 22 de junio de 2016

INTOLERANCIA ANTE EL DOLOR AJENO

INTOLERANCIA ANTE EL DOLOR AJENO

¿Cuántas veces no olvidamos el ser tolerantes aún en los pequeños detalles de cada día?

Tolerancia vs intolerancia, dos caras opuestas de una misma moneda que contemplan la vida del ser humano, y que nos llevan hacia el paradigma donde, si bien la “paz completa” tal vez no sea posible, promover un daño en menor porcentaje, a través de, La Tolerancia, aparece como medio y fin.


Erich Fromm afirma en su libro El Arte de Amar: “La clase más fundamental de amor, básica en todos los tipos de amor, es el amor fraternal. Por él se entiende el sentido de responsabilidad, cuidado, respeto y conocimiento con respecto a cualquier otro ser humano, el deseo de promover la vida”

Después de leer nuevamente este fragmento de Fromm taladra en mi mente esta idea y me provoca una fuerte conmoción llena de incredulidad al darme cuenta de los eventos acaecidos últimamente.  Recuerdo los atentados de París, los asesinatos de California, de Orlando y más recientemente el terrible pasaje sucedido en Nochixtlán.

Será acaso que en la actualidad estamos viviendo una moderna “intolerancia ante el dolor ajeno”. Una representación de un pasaje dantesco en esta vorágine de expresiones que nuestra sociedad manifiesta periódicamente a lo largo de la historia.

El exterminio del hombre por el hombre, nos trae a nuestra memoria para hacernos conscientes de la importancia de la tolerancia a fin de evitar estos crímenes contra la humanidad, tal como lo marca la historia durante el genocidio de los judíos por parte de los nazis, durante la Segunda Guerra Mundial, o las atrocidades en África y en Medio Oriente.

Algo le sucedió a nuestra sociedad. Se generó un resquebrajamiento en cuanto a la toma de decisiones mayormente tolerantes, ante las diferentes expresiones humanas. Hoy no se permite que alguien manifieste una idea contraria a la mía porque deriva en una confrontación.  Que lamentablemente finaliza en algún hecho violento. La fuerza hace su presencia y se pierde toda cordura humana.

Quizá, este es solo la punta del iceberg. Freud menciona en Psicología de las Masas, “el individuo por el simple hecho de hallarse en una multitud, le dota de un alma colectiva”. Sucede con toda esa ira contenida por los individuos que  en algún momento de nuestra vida explota ante la más mínima provocación.

Hemos devaluado la dignidad humana llevándola a su máxima catástrofe. Es la pérdida de la tolerancia, porque en la multitud, se borran las adquisiciones individuales y se genera un colapso emocional suprimiendo las tendencias incoscientes. Generando pasajes tan desagradables como lo que vivimos en nuestro país hace cuestión de días.


Optemos por formas mayormente sanas de convivencia social. La vida nos dotó de una maravillosa capacidad de dialogar, de establecer acuerdos ante las diferencias humanas, por más controversiales o complicadas que estas sean. Siempre tenemos la oportunidad de conciliar intereses. La mejor manera de relacionarnos es comunicándonos.

JUAN VARGAS
PSICÓLOGO

domingo, 19 de junio de 2016

PSICOLOGÍA E HISTORIA: UN ACERCAMIENTO NADA EXCEPCIONAL


El desarrollo de los estudios históricos ha tenido diversos acercamientos con otras disciplinas del saber humano dependiendo de las herramientas disponibles para sus distintos objetos de estudio. Así podemos encontrar una vinculación de la Historia con la Estadística para el caso de la Historia Económica, o una estrecha relación con el Derecho empleado para la Historia Política, o inclusive la Sociología tan útil para los estudios de la Historia Social. Sin embargo, la relación con la Psicología ha sido más tardía que con otras disciplinas.


            En la Historia, la escuela francesa de Annales en su tercer generación encabezada por autores como Jacques Le Goff; así como la corriente teórica fundada por Michael Foucault son las dos escuelas teóricas que han tenido mayor vinculación con la Psicología, lo cual les ha permitido transitar de temáticas políticas, económicas y sociales hacia estudios de corte cultural. Me refiero a la llamada Historia de las Mentalidades. Por ejemplo, los estudios de Le Goff le han permitido transformar la interpretación sobre la Edad Media en Europa.



Tradicionalmente se aseguraba que La Modernidad tenía sus orígenes en el encuentro de los dos mundos, allá en el lejano siglo XVI, con la aparición del imperialismo Ibérico o el Renacimiento Italiano. Sin embargo, a través de sus diversas investigaciones Le Goff ha asegurado que la Edad Media se extendió hasta la Revolución Industrial inglesa de mediados del siglo XVIII y principios del siglo XIX. El motivo era que si bien el descubrimiento de América o la innovación artística italiana transformó la concepción del mundo, estas cuestiones tuvieron mayor impacto en las clases altas de la sociedad, sin embargo la base social, las estructuras de producción o las formas de hacer la guerra no distaban de la época de los caballeros de armadura y espada. Dicha transformación se dio hasta la revolución industrial, cuando el mundo transita rápidamente del espacio rural al urbano, lo que modifica el modo de vida de todas las capas sociales.


Michael Foucault por su parte se apoyó ampliamente en la psicología, e innovó radicalmente en la manera de abordar las fuentes históricas. Su obra es sin duda una de las más influyentes no solo para la disciplina histórica, sino para gran parte de las Ciencias Sociales. Historia de la Locura, Historia de la Sexualidad o Vigilar y Castigar son algunas de sus aportaciones más sobresalientes. En ellas, a través de análisis estrechamente vinculados con la psicología Foucault abordó temáticas que la historiografía tradicional había olvidado.


En resumen, la Historia de la Mentalidades permitió transitar de las temáticas tradicionales a los estudios de mayor diversidad. Sin embargo, la Historia de las Mentalidades no estuvo exenta de críticas, y en respuesta a ella surgió la corriente teórica conocida como Historia Cultural, encabezada por Roger Chartier de la cuarta generación de Annales… Pero esa es otra Historia.



Moisés Omar Domínguez (1989.) Radica actualmente en la ciudad de Escobedo, Nuevo León, donde se desempeña como Historiador en archivos históricos. Licenciado en Historia egresado de la facultad de filosofía y letras de la UANL.

sábado, 11 de junio de 2016

Lunes

Por: Juan Eusebio Valdez Villalobos

“5 minutos más”, ruego en voz baja a un verdugo que no entiende razones. Sin importar mis suplicas, sigue con su marcha. Cada segundo ligero como viento te acerca más a la hora de levantarte. Lunes y en una hora debo estar en el trabajo.

Como resorte salto de la cama. Es la forma de poder salir del letargo, sin pensarlo, ya que si lo piensas demasiado la idea de retomar el sueño te revienta en la cara y toda tu mañana puedes pasarla acostado. Así sin pensar mucho me dirijo al baño, y sin medir la temperatura dejo caer el agua fría sobre mi cuerpo. Fría para alejar a Morfeo. Mientras el agua recorre mi cuerpo, En mi cabeza repaso mi día. Con mi mente dibujo un calendario  gigante en la pared como los que regalan en las carnicerías. Y si efectivamente, hoy es lunes.

Ya en la mesa desayunando. Gracias a la ayuda de los huevos con jamón y al café, al fin mi cerebro responde con ligereza. Mi cuerpo se comienza llenar de vibra positiva. La idea de volver a retomar mis actividades, hace que en mi cabeza como en forma de fotograma aparezcan las razones por las cuales me alegra tener trabajo, y sobre todo las razones por las cuales amo lo que hago. Estoy listo. Nueva semana ven a mí.   

Garfield el gato de John Bonachón en la serie de los noventa, no solo amaba comer lasaña, sino que también odiaba los lunes. El solo ver en su calendario la palabra LUNES, era razón suficiente para salir corriendo despavorido. Cosa curiosa, ya que en su semana no había un solo día que hiciera algo diferente, que comer, dormir o molestar a Odie, su amigo perro. Cada vez más personas se parecen al gato naranja. Odian los lunes. Pienso en varias razones de esta conducta que cada vez se hace menos extraña. Quizás los lunes les recuerdan un nuevo inicio y los cambios asustan. Tal vez los lunes les recuerdan que tienen que retomar  actividades que no les causa placer. También podría ser que los lunes les recuerdan que les cuesta vivir, ya que muchos viven con la idea de que se vive para trabajar y que el trabajo no es vida.
¿Y tú, odias los lunes?

Recomendación de libro: “La metamorfosis” Franz Kafka     


viernes, 3 de junio de 2016

Las batallas

“Oye Carlos, ¿Por qué tuviste que salirte de la escuela esta mañana? Oye Carlos, ¿Por qué tuviste que decirle que la amabas a Mariana?” Esta son las primeras dos frases de la rola de Café Tacuba: Las batallas. La primera vez que escuché este pasillo a la mexicana me fascinó el ritmo, sobre todo el acompañamiento de la melódica. Pero hubo algo que no entendía. La letra.

¿Qué diablos hizo Carlos, para que tuviera que abandonar la escuela y por qué no podía amar a Mariana? En primera instancia, pregunté a quién me presentó la canción. Era mi primo Juan Jo, que en ese entonces tenía 15 años. Yo siempre lo vi a él como un modelo a seguir en cuestión musical. Fue el primero en mostrarme géneros distintos a la cumbia y al norteño, géneros típicos en nuestras reuniones familiares.

“Oye bato, ¿qué significa la rola esa?” Yo de 11 años preguntaba, temeroso de que la respuesta fuera algo tan obvio que despertaría las burlas de mi primo. “pues… es como… de un embarazo ¿no? Creo Carlos era un chavo que embarazó a Mariana y por eso lo corrieron de la escuela “Me decía mi primo, mientras movía su cabeza en forma afirmativa, como si tratara de convencerse el mismo.

Tomé esa interpretación como real, de hecho la gente que me preguntaba sobre la rola, repetía la  interpretación de mi primate. Si han tenido la oportunidad de escucharla, se darán cuenta que toda la letra gira hacia el rechazo de un amor prohibido entre Carlos y Mariana. Es una canción que mete distintos personajes, los cuales se preguntan ¿Por qué Carlos es así de raro? o buscando quien es el culpable de un hecho tan espantoso que tuvieron que llevar a Carlos al hospital.

Un día me encontraba chateando con un amigo de Monterrey y me contaba que acababa de leer una novela, que lo había fascinado. Interesado le pregunté:  ¿Cuál era?, Era Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco, incluso me dijo que Joselo, guitarrista de Café Tacuba se había inspirado en esa novela para hacer una rola. Mi siguiente pregunta fue:  ¿De que trata?. Yo esperaba que me dijera que de embarazos prematuros y adolescentes precoces, como yo y mi primo asegurábamos, pero no. Me dijo que la temática era sobre: “el primer amor de un niño de 10 años” y yo con cara de espanto, me preguntaba ¿que acaso el amor es tan terrible?

La música, la pintura, el cine, la literatura o cualquier obra artística están expuestos a la interpretación, al igual que las personas cuando convivimos con nuestros semejantes. Es  de este fenómeno que nacen los estereotipos y los prejuicios, de una interpretación anticipada. Hoy me leído más de 20 veces ese libro, no exagero es una novela corta pero que te transporta a un mundo inocente, que poco a poco se va perdiendo. Tal vez esa sea la respuesta para combatir la segregación y la discriminación, la inocencia. No sé, pero a veces me gusta soñar con un mundo un poco menos real. Para cerrar Hoy, les comparto una frase de ese libro que es: “El amor es una enfermedad en un mundo en que lo único natural es el odio”

Recomendación de lectura: “Las batallas en el desierto” J. E. Pacheco.   


 *El pasillo es un género musical y danza folclórica autóctona de Colombia y Ecuador, donde es considerado un símbolo musical de nacionalidad. 

miércoles, 1 de junio de 2016

REMEMBRANZAS LÚDICAS

REMEMBRANZAS LÚDICAS


Hoy aproveché una pausa que sin premeditación se me presentó durante mi día. Eran aproximadamente las cuatro de la tarde, de un día lunes, que por curioso que parezca  precisamente ese día estuvo lleno de papeles que entregar, con interminables listas de pendientes por hacer. 

Sentado en aquella calurosa oficina, decidí cambiar mi atención en búsqueda de un respiro para mi agitado y tedioso día, para lo cual opté por salir a caminar un momento, al encontrarme en aquel momento personal algo interrumpió mi andar y escuché una cuenta progresiva entonada en coro por un grupo de 6 niños, gritaban al unísono dos, tres, (y así como aumentaban la  numeración asimismo lo hacían con su tono de voz), continuaron; cuatro, y al llegar a cinco, prolongaron la cuenta diciendo: cincoooooooo, sus voces llenaban el entorno con su melodiosa voz, llamó mi atención que se quedaron viendo en un periodo de tiempo fugaz e hicieron una ligera pausa, enmudecieron, sus miradas se clavaban en ese entorno que habían creado e intempestivamente, soltaron una risa que llenó el ambiente de alegría y sorpresa. Cuando se escuchó a uno de ellos decir: ¿no qué no? Y así sin pronunciar algún otro comentario deshicieron su entorno que sin planear habían construido, rompieron ese vínculo que los niños hicieron y con el cual identificaron algo en común: el entusiasmo de lo espontáneo, porque como negarle a un niño de 8 años que no se integre a un juego colectivo en donde la competencia sale a relucir como búsqueda de ejercer control sobre el otro, de dominio respecto a lo que tengo y el otro carece, algo tan simple y elemental como lo es la posesión de algo que tengo y tú no, el arrebatar unas cuantas figuras circulares con dibujos de caricaturas, popularmente llamados “Tazos”

Ahora hago memoria, hurgo en mis recuerdos y recuerdo esa sensación de placer cuando estaba niño al ir a la tienda de Doña Coco, aquella figura totémica que durante varios años representó el absurdo del ideal actual de microempresario. A decir verdad recuerdo que aquella señora carecía de un orden administrativo en su miscelánea. Llegaba a la tienda y la saludaba: ¡Hola doña Coco! y se dirigía a mi mostrando su dentadura color ámbar con cálida voz: ¿Ahora de cuáles vas a llevar?, y esa pregunta me parecía que ella ya sabía a lo que iba, como si estuviera viviendo una profecía anticipada o acaso podía leer en mi mente lo que deseaba.

Después de un momento de reflexión elegía una bolsa pequeña y al momento de pagarle le comentaba: ¿cuánto le debo?... como si fuera un niño inexperto que no tenía conocimiento del costo de aquellas golosinas absurdamente nutritivas para todo niño. Doña Coco sacaba de entre sus ropas, un conjunto de varias prendas entre ropa interior, blusa, chaleco, suéter y mandil, su pequeño monedero café para entregarme el cambio al dinero que le había entregado.

Cada vez que yo iba era un intento de mi parte por comprar alguna bolsa de “papitas” y no únicamente de las que “no puedes comer solo una” sino de los demás productos de la famosa marca amarilla.

Y recuerdo que era una gran decisión el escoger el producto indicado, ya que en ese momento pasaba a un segundo término escoger aquellas de tu preferencia, lo realmente valioso era saber si por dentro se encontraba aquel objeto preciado que en aquellos años daba signo de importancia y prestigio. Ya que quien tenía los “tazos” más cotizados adquiría un status distinto que sobresalía por encima del resto de los amigos. Cambiaba tu perspectiva al tener un tazo normal a poseer un Súper tazo o un Mega tazo y así podría seguir con la clasificación tan simbólica para todo niño que estaba familiarizado con aquella tendencia de juego.


Y que ahora casi 20 años después me vuelvo a topar con que aquel grupo de niños que experimentaban esa sensación que yo había vivido durante algún periodo de mi vida. Me sentí identificado al ver sus rostros una sensación de incertidumbre al momento de hacer varios intentos por voltear un tazo y ejercer un dominio sobre tu oponente, que delicia de aquellos recuerdos que hoy brotaron en mi vida.

JUAN VARGAS MEDINA