sábado, 14 de mayo de 2016

Una visita
“No crees. Porque no has visto una bruja convertirse en pájaro” me decía la esposa de mi primo, dejando de sonreír como si estuviera por empezar un tema importante, donde las bromas están prohibidas. Le comenté que tal vez tenía razón. Ver para creer. Ese fue el inicio de una serie de anécdotas sobre lo misterioso y lo fantasmal: “yo vi a una niña” “yo conozco a alguien que conoce, quien platicó con un niño que resultó ser un fantasma”

“Eres ateo, no crees en nada” me abordo mi tía con cara de quien esta hablando con un bicho raro, con un extranjero. Las miradas se fijaron en mí. La temperatura corporal empezó a subir. Sentía vergüenza. Creo que si no se hubiera llevado la reunión en mi casa, me corren a patadas por pagano y blasfemo. Se contuvieron y continuamos con nuestra fantasmal plática. “me destaparon en la noche…. Sentí como alguien se sentaba a mi lado” todos atentos escuchábamos a mi primo, que con voz baja y actuando como mimo, nos decía el preciso momento en el que el ser espectral tomaba sus sabanas, dejándolo descubierto y con los pies fríos. ! Actorazo!

Y así continuaron las historias de los vivos que se encuentran con muertos. La verdad no me molesta hablar de estos temas. De hecho, me encanta ver la cara de la gente que con ojos pelones, representan el instante en el que saltaron al ver el ser del otro mundo. Es como ver una obra de teatro, ya que te envuelven en una atmosfera mística y es tan convincente su discurso, que por momentos, dudas de la lógica, de lo comprobable, de lo tangible. Lo desconocido siempre se presenta en un disfraz de seducción.

“¿Te acuerdas cuando una fulana vio alguien en el baño de la casa de tu tío Pedro?“ Decía mi tía señalando a mi primo que se encontraba en el otro extremo de la mesa, quien contestaba que: “era mi tía, que no se quería ir”. Esta pequeña escena desató primero un silencio y después los recuerdos llenos de nostalgia empezaron a fluir: “te acuerdas de las gorditas que vendía…” “te acuerdas como nos agarraba el pelo para acariciarnos” “te acuerdas que cada vez que ibas a su casa te ofrecía, aunque sea frijoles” “sufrió mucho” ”te acuerdas que tu tía…”.


Aquella reunión que por momentos fue una sesión espiritista. La cual se componía de: mi primo, su esposa, su mamá que es mi tía, mi tía Angélica y yo. En la cocina de mis papás, donde el calor era intenso, que tuvimos que ir por unos refrescos y cervezas.  Gracias a nuestros recuerdos y risas, trajimos como invitada a una persona que en forma física ya no se encuentra. Yo no sé si los fantasmas, las brujas, los duendes, o el hombre lobo existen, en este mundo real. Siento que es como la religión, cada quien la profesa o no, como quiera. Solo puedo decir que esa tarde gracias a la forma en que vivió mi tía y los recuerdos que nos regaló. Sentí como si estuviera ahí, compartiendo la mesa con nosotros otra vez.  

Por: Juan Eusebio Valdez

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