jueves, 18 de febrero de 2016

Lazos que nunca se rompen.

"En definitiva, todo aquello que nos tocó profundo una vez nos tocará para siempre".

Antes de comenzar a darle sentido a la frase con la que inicié este texto, quisiera aclarar lo siguiente: 

Este tema ya había sido abordado por mí con anterioridad a través de la aplicación Periscope, cuya fama se ha acrecentado últimamente en dispositivos móviles, ya que permite compartir contenido en Stream de forma instantánea. Elaboré el material de manera audiovisual puesto que mi intención era que perdurara en la red; sin embargo me llevé una desilusión, ya que el contenido no duró mucho tiempo disponible. Las razones las desconozco, pero sospecho que se debe a que soy neófito con respecto al uso de la aplicación. Espero y más delante tener éxito en eso. 

Ahora sí, dediquémonos a significar la frase con la cual inicié, no sin antes aclarar, también, que la idea surgió luego de consultar a un paciente hace algunos días. Por convencionalismo social, o por razones que tal vez pudiera soslayar, estamos acostumbrados a decir que una vez que terminamos formalmente una relación amorosa (todas las relaciones son amorosas, luego dedicaré un espacio para hablar de ello), decimos que hemos quedado desvinculados totalmente de aquella persona que significó algo muy importante para nosotros en determinada época de nuestras vidas, tanto así, que nos "atrevemos" a decir (inconscientemente) que en definitiva, ya no sentimos nada por esa persona, incluso, creemos, por "dignidad" que ya no debemos siquiera preocuparnos por aquel o por aquella. 

La verdad es que si tomamos en cuenta cómo es que se construye la vida psíquica (emocional) de una persona, es con base en objetos (no son objetos, son personas, pero así se refieren a ellas los psicoanalistas). Objetos de amor o de odio, terminan siendo objetos significativos en nuestras vidas, y es imposible desligarnos de ellos; lo más que podemos hacer es reprimir; sin embargo, reprimir no significa olvidar, ya que si no hubiera recuerdo no habría nada que reprimir. 

Considero que en lugar de esforzarnos por olvidar, habríamos de re-significar la relación emocional (intrapsíquica) que llevaremos con esa persona que socialmente ya no forma parte de nuestra vida, pero que emocionalmente seguirá vinculada a nosotros. 

La distancia no rompe el vínculo, tampoco puedo asegurar que lo vuelve más fuerte, pero en efecto, si tocó y tocó profundo, será como un hilo invisible atado a una parte importante de nosotros, que dependiendo del trabajo interno que dediquemos puede ayudarnos o perjudicarnos. 

¿Debería de preocuparme por alguien que "ya no está en mi vida", si ya no somos nada? Considero que es algo muy personal y con respecto a si son o no son nada, creo que lo más adecuado sería decir: Es alguien importante para mí. 

 Psicólogo Alejandro Monreal
Grupo Miranda Psicología Especializada

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