“Pero no hay que llorar. Hay que saber perder. Lo mismo pierde un hombre que una mujer…”
Canción popular
Es bien sabido, al menos entre psicólogos, que debemos someternos a nuestro propio proceso terapéutico y/o análisis didáctico, con el fin de trabajar nuestros puntos ciegos y ofrecer un mejor servicio a nuestros pacientes y claro está, para mejorar nuestra propia calidad de vida. La mente y sus procesos son un abanico de conflictos y de posibilidades que, bien dicen los psicoanalistas, un paciente jamás terminará de ser analizado. En mi caso, hay cosas que aún no entiendo de mi mismo y de las demás personas en función de mi inconsciente, pero hoy solo hablaré de algunas, no vaya a ser que esto quede inconcluso.
Existen hechos, situaciones y actitudes que me molestan a tal punto de decir “me lleva la v… “ entre dientes y gritarlo en mis adentros. Me revienta escuchar a sujetos y sujetas (jaja) hacer alarde de cuántos litros de alcohol son capaces de tomar, tengo un especial disgusto por la gente que solo está esperando el fin de semana para consumir alcohol y que lo maneja como una necesidad natural.
Hace unos días escuché a un sujeto que platicaba con alguno de mis vecinos presumiendo que sabía manejar armas de alto calibre y se jactaba de ello como si fuera narcotraficante. Yo me pregunto, ¿de qué diablos sirve eso si no vas a construir nada bueno? ¿En realidad piensas que te ves bien? Tomando en cuenta los tres ejemplos anteriores, me sorprenden aún más, aquellos que se admiran con devoción ante tales relatos y “habilidades” sobrehumanas, aunque para tales casos queda mejor llamarlas infrahumanas. La gente prefiere sentirse orgullosa de beber y beber, en lugar de presumir que tienen buenas ideas.
Dicen por ahí que "entre hombres nos protegemos", pero en honor a la verdad, existen ciertas cosas que no tolero de mis propios compañeros “tornillos”, espero y comprendan la metáfora, jaja. Los mismos hombres que son infieles son aquellos que se quejan de que una mujer se ve mal cuando anda con varios. Son aquellos que no se meterían con una mujer que tiene fama de “liberal” y al mismo tiempo se jactan de sus múltiples conquistas en el antro, de “cuántas viejas se han cogido” y “quién la chupa más rico”, eso sí, sin bajarlas de “nalga”. Así es, las compañeras de cochada se llaman nalgas, porque solo sirven para eso, según la ideología del experto en seducir viejas.
Considero que, aunque a veces lo he hecho, no soy nadie para juzgar a los demás; pero en esta ocasión, se trata de expresar mi punto de vista. En definitiva, todos tenemos una reputación que cuidar y todos hemos llevado a cabo actos que nos perjudican en lo social, familiar y personal. Seas hombre o seas mujer, te ves mal y te hace mal hacer determinado tipo de cosas. También el hombre promiscuo se ve ridículo y en mi opinión es desagradable su conversación, no tiene sentido, así como los golpes de pecho en la cruda. ¿Por qué bebés hasta perder el conocimiento, si sabes que lo vas a pagar muy caro al día siguiente? ¡No mames! Tú hombre, tú mujer, tómense de la mano y mírense a los ojos, ¿Qué tan diferentes son que se siente uno más especial que el otro? Los dos son humanos, los dos se exponen, ambos tienen algo que cuidar.
¡Quiéranse mucho!
Alejandro Monreal
Grupo Miranda Psicología Especializada