domingo, 16 de abril de 2017

El parque




Por: Juan Eusebio Valdez Villalobos.


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“Deberías de escribir del niño moreno de master chef”. Me dice mi hermano al momento que caminamos rumbo al parque Morelos a fumar un cigarrito rodeado de árboles. Cabe mencionar que el parque es uno de mis lugares predilectos de la ciudad de Gómez Palacio. Recuerdo que de más morro, junto con mis primos y amigos era donde se armaban las retas, justo en el escenario usado en ese entonces por ancianos cantores los sábados. Hoy desconozco si siguen haciendo esto. Espero que sí.

Sentados en una banca  frente el quiosco central del parque, impregnados por el olor a cloro de la alberca de a un lado. Mi hermano y yo discutíamos del racismo y clasismo mostrado en las redes sociales ante un hecho que pareciera muy común en nuestra hermosa sociedad. “Es como cuando vas a jalar a la casa del patrón y te enamoras de su hija, la güerita” decía un comentario facebookiano referente a la idea generalizada de que, el niño moreno con rasgos indígenas pudieran emparejarse con una niña de rasgos europeos.

Burlas, memes, clasismo en forma de chiste, racismo ante nuestros grupos indígenas. Es lo que se leía en los comentarios. Mi hermano indignado agitaba los brazos al ver la pantalla de su Alcatel. El un amante del humor negro y defensor de la comedia con contenido, como él la llama. Le parecía burdo y estúpido hacer chistes de un hecho que parecía que nos devolvía a la época de las castas.

“Pero, tú te burlas de Kevin y Brayan, no seas hipócrita “.Le comento a mi carnalgas, esperando dejarlo callado. El cual él se ríe y tira la colilla de su cigarro. Mostrando una sonrisa como quien va a sacar oro de su boca, dice: “¿Tú crees que me río de la desgracia de la gente pobre?… Estas mal guey… Yo cuando hago un chiste referente a las luchonas o reguetoneros, no me rio de ellos. Mi comentario es para burlarme y ver lo absurdo de ese pensamiento. Incluso señalar a la gente que cree en esos estereotipos. Jajajja te creí más listo cabron”. A continuación, nos encontrábamos envueltos en carcajadas para bajar la ansiedad ante la caldeada conversación. Después, nos levantamos y seguimos caminando por el pequeño parque.

Al llegar a la nieve Chepo. Ricas y muy conocidas por la gente de Lerdo y Gomitoz. Sin ganas de nieve, pero sedientos, compramos una botella de agua y seguimos con nuestro paseo. Al adentrarnos al parque, nuevamente. Mi carnal pensativo, se detiene  y de su boca sale: “Ayer estuve platicando con mi papá. ¿Sabías que vivió de mojado con los gringos?”. Asentí con la cabeza  y recordé que en alguna ocasión mi padre me había contado esa parte de su vida, incluso me enteré de sus experiencias con la marihuana y los hippies. Anécdotas chidas.

Mi hermano aun pensativo y dispuesto a seguir platicando me decía: “El esfuerzo de nuestros jefes, hicieron  que estuviéramos aquí, con la posibilidad de disfrutar un cigarro en un parque pichurriento, pero que para nosotros nos recuerda la vez que atropellaste a mi jefe con la bici, cuando aprendías a usarla o los partiditos de fut con estos gueyes… Estoy orgulloso de mi familia”. Yo para este momento me quedaba pendejo con los pensamientos que salían de mi carnal. La nostalgia se paseaba por mi pecho, he de admitir.

Al llegar a la casa de mis padres. Sentados en las jardineras, fumando otro cigarro. Se abre la puerta principal y aparece mi padre dispuesto a platicar del próximo juego del Santos. Lo interrumpo y le pregunto: ¿Alguna vez te han discriminado, por ser pobre o mexicano?”. Sorprendido por la pregunta y volteando hacia el suelo respondía con la cabeza que sí. ¿Qué hiciste? Preguntaba yo. “Los mande a chingar a su madre y me fui a trabajar”.

El problema de la mamoneria y racismo en México, no es cuestión de humor ni de lastima. Sino es cuestión de consciencia y reconocimiento. Porque estoy seguro que las ideas segregarías y separatistas no influirían en nosotros, si dejáramos de compararnos y de intentar de entrar en sociedades con otros principios y rechazando los propios. Al final de cuentas, ya debemos de hacer nuestro propio camino. En pocas palabras: Que chinguen a su madre y vamos a trabajar.

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