miércoles, 26 de abril de 2017

Envejecer adecuadamente o morir en el intento

Por: Sofía Valdez

¿Sabías que?

Datos y cifras de la Organización Mundial de Salud revelan que:

  • La población mundial está envejeciendo rápidamente. Entre 2015 y 2050 la proporción de la población mundial mayor de 60 años se multiplicará casi por dos, pasando del 12% al 22%.
  • Aproximadamente un 15% de los adultos de 60 años o mayores sufren algún trastorno mental.
  • Los trastornos de ansiedad afectan al 3,8% de la población de edad mayor y los problemas por abuso de sustancias psicotrópicas, casi al 1%.
  • Se calcula que en el mundo hay unos 47,5 millones de personas aquejadas de demencia. Se prevé que el número de estas personas aumentará a 75,6 millones en 2030 y a 135,5 millones en 2050.
  • La depresión unipolar afecta a un 7% de la población de ancianos en general y representa un 5,7% de los años vividos con una discapacidad entre las personas de 60 años de edad y mayores
Si el ritmo vertiginoso de la sociedad actual es estresante para los más jóvenes, la peor parte se la llevan las personas mayores. La ciudad es un ejemplo de lo poco amable que es el entorno, simple, ¿han notado lo difícil que es caminar por las calles del centro de las diferentes ciudades que conforman nuestra querida comarca lagunera? Baches, semáforos que cambian con rapidez en calles anchas donde cruzar se vuelve un deporte extremo, alcantarillas abiertas, banquetas disparejas, etc. ¿Se han imaginado lo difícil que será trasladarse para un adulto mayor? ¿no?. 
Los prejuicios de la sociedad hacia la vejez crean una especie de cerca, como si se tratasen de "otros" cuya realidad es incompatible con la nuestra, pese a que tendremos el mismo destino.

En esta última etapa, se espera que exista una aceptación de la vida propia para poder aceptar así la próxima muerte. Las personas que han alcanzado esta aceptación, sienten que su vida tiene un significado, así este sentido de que son verdaderamente importantes les permite aceptar el hecho de que pronto van a morir.

Un destino diferente es el que pasa con el anciano que se lamenta de los errores cometidos y de los sueños no cumplidos. Frustrado y condenado porque ya es demasiado tarde para enmendar la pobreza de los años pasados, esta persona siente terror por la muerte. En palabras de Erikson, la emoción que acosa a este individuo en sus últimos años es la desesperación. 

Si se resume lo anterior, en la etapa de integridad contra desesperación, la primera resulta cuando las personas se sienten contentas, tranquilas y sin miedo a la muerte; en su contraparte, la desesperación, las personas no tienen esperanza, se sienten deprimidas y aterrorizadas por la muerte inminente.

Si partimos de este punto, la atención psicológica a adultos mayores tiene como objetivos

1. Proveer al paciente con experiencias que contrarresten la distorsión de la realidad.

2. Facilitar comunicaciones realistas y significativas con otros. 

3. Facilitar una participación satisfactoria con otros. 

4. Reducir la ansiedad y aumentar el confort. 

5. Aumentar la autoestima.

6. Proveer de introspección hacia las causas y manifestaciones del proceso de envejecimiento. 

7. Movilizar y motivar hacia la creación y productividad a su nivel.


Respeto, atención, y cariño son los tres principios básicos en la relación con nuestros mayores.

Respeto a su momento psicofísico, a su ritmo propio, a sus valores y concepciones, a sus comportamientos, a sus deseos, a su propia organización de la vida. Los mayores tienen derecho a elegir como quieren vivir, porque inmiscuirnos e imponer nuestros criterios equivale a un abuso de poder y una falta de respeto a su libertad. La atención al adulto mayor será siempre desde una escucha abierta, positiva, y sin juicios de valor ni prejuicios. Esta escucha de la que hablo está teñida de aprecio, consideración, cercanía y acompañamiento.

Ya en el último de los tres principios citados, el cariño, pero no me refiero a ese cariño ñoño, empalagoso, sino más bien a ese cariño que se transmite a través de ese interés por lo que les ocurre a nuestros mayores, por el respeto, la escucha, ese tiempo de dedicación.


miércoles, 19 de abril de 2017

Soy como tú, aunque aún no lo sepas

Por: Sofía Valdez

Mientras el conocimiento científico avanza, la sociedad muy a menudo sigue anclada en estereotipos heredados, que producen discriminación hacia las personas que padecen problemas de salud mental. Un error muy común es pensar que la enfermedad mental no es “algo que alguien tiene”, sino “algo que alguien es”. Si tiene esquizofrenia, pasa a ser “esquizofrénico”; si sufre depresión, es una “depresiva”. Algo que actualmente no sucede con otras enfermedades, es decir a quien padece cáncer no se le llama “canceroso”. Se identifica completamente a la persona con la patología y se lanzan sobre ella todos los prejuicios generados por falsos mitos.

Una vez que la sociedad subraya la diferencia, resulta muy difícil para la persona ser aceptada. 

Pero, hasta donde repercute la falta de empatía por comprender ¿Que es, y que NO es un trastorno mental?, ¿Cómo afectan estos estereotipos a la persona que presenta la enfermedad mental?, ¿Son estos prejuicios algo más que herramientas para crear el nuevo personaje de película de ciencia ficción?

La persona con enfermedad mental debe afrontar una doble dificultad para recuperarse:

1.- La enfermedad en sí

2.- Los prejuicios y discriminaciones que recibe por padecerla.

Es el estigma social, una carga de sufrimiento que incrementa innecesariamente los problemas de la enfermedad y constituye uno de los principales obstáculos para el éxito del tratamiento y de la recuperación. 

Los sentimientos de vergüenza y estigmatización que se provocan con respecto a la enfermedad entre quienes la padecen y sus familiares, son la causa que actualmente muchos enfermos no estén diagnosticados ni tratados, especialmente al comienzo del trastorno, cuando el éxito del tratamiento es mayor. Asi mismo el miedo de la sociedad cierra a estas personas muchas puertas, sanitarias, laborales, de vivienda o de relaciones interpersonales.

Una de las consecuencias más graves de la discriminación es la creación de autoestigma (que nace cuando la persona asume esas creencias que la sociedad tiene en torno a su enfermedad)

Los prejuicios en muchos casos afectan al enfermo hasta el punto que los asume como verdaderos y pierde la confianza en su recuperación y en la capacidad para llevar una vida normalizada. Se generan así reacciones emocionales negativas se pierde la sensación de dominio sobre su situación personal, generando sentimientos de incapacidad de buscar trabajo o vivir de forma independiente y es posible que ni siquiera lo intente. Ello le puede llevar a fracasar en su tratamiento, y a rechazar más la enfermedad mental que los propios familiares o el personal de los servicios de salud que lo atienden.

Por último, no debemos olvidar que Normal es tan solo un término estadístico que indica la pertenencia al grupo más frecuente, sin implicar ningún juicio valorativo. Así pues tener un trastorno mental no es “normal” puesto que solo lo padece una parte de la población. Aunque igualmente tampoco es “normal” no padecer ninguna enfermedad, odiar el fútbol, o no haber reprobado nunca un examen, etc.



domingo, 16 de abril de 2017

El parque




Por: Juan Eusebio Valdez Villalobos.


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“Deberías de escribir del niño moreno de master chef”. Me dice mi hermano al momento que caminamos rumbo al parque Morelos a fumar un cigarrito rodeado de árboles. Cabe mencionar que el parque es uno de mis lugares predilectos de la ciudad de Gómez Palacio. Recuerdo que de más morro, junto con mis primos y amigos era donde se armaban las retas, justo en el escenario usado en ese entonces por ancianos cantores los sábados. Hoy desconozco si siguen haciendo esto. Espero que sí.

Sentados en una banca  frente el quiosco central del parque, impregnados por el olor a cloro de la alberca de a un lado. Mi hermano y yo discutíamos del racismo y clasismo mostrado en las redes sociales ante un hecho que pareciera muy común en nuestra hermosa sociedad. “Es como cuando vas a jalar a la casa del patrón y te enamoras de su hija, la güerita” decía un comentario facebookiano referente a la idea generalizada de que, el niño moreno con rasgos indígenas pudieran emparejarse con una niña de rasgos europeos.

Burlas, memes, clasismo en forma de chiste, racismo ante nuestros grupos indígenas. Es lo que se leía en los comentarios. Mi hermano indignado agitaba los brazos al ver la pantalla de su Alcatel. El un amante del humor negro y defensor de la comedia con contenido, como él la llama. Le parecía burdo y estúpido hacer chistes de un hecho que parecía que nos devolvía a la época de las castas.

“Pero, tú te burlas de Kevin y Brayan, no seas hipócrita “.Le comento a mi carnalgas, esperando dejarlo callado. El cual él se ríe y tira la colilla de su cigarro. Mostrando una sonrisa como quien va a sacar oro de su boca, dice: “¿Tú crees que me río de la desgracia de la gente pobre?… Estas mal guey… Yo cuando hago un chiste referente a las luchonas o reguetoneros, no me rio de ellos. Mi comentario es para burlarme y ver lo absurdo de ese pensamiento. Incluso señalar a la gente que cree en esos estereotipos. Jajajja te creí más listo cabron”. A continuación, nos encontrábamos envueltos en carcajadas para bajar la ansiedad ante la caldeada conversación. Después, nos levantamos y seguimos caminando por el pequeño parque.

Al llegar a la nieve Chepo. Ricas y muy conocidas por la gente de Lerdo y Gomitoz. Sin ganas de nieve, pero sedientos, compramos una botella de agua y seguimos con nuestro paseo. Al adentrarnos al parque, nuevamente. Mi carnal pensativo, se detiene  y de su boca sale: “Ayer estuve platicando con mi papá. ¿Sabías que vivió de mojado con los gringos?”. Asentí con la cabeza  y recordé que en alguna ocasión mi padre me había contado esa parte de su vida, incluso me enteré de sus experiencias con la marihuana y los hippies. Anécdotas chidas.

Mi hermano aun pensativo y dispuesto a seguir platicando me decía: “El esfuerzo de nuestros jefes, hicieron  que estuviéramos aquí, con la posibilidad de disfrutar un cigarro en un parque pichurriento, pero que para nosotros nos recuerda la vez que atropellaste a mi jefe con la bici, cuando aprendías a usarla o los partiditos de fut con estos gueyes… Estoy orgulloso de mi familia”. Yo para este momento me quedaba pendejo con los pensamientos que salían de mi carnal. La nostalgia se paseaba por mi pecho, he de admitir.

Al llegar a la casa de mis padres. Sentados en las jardineras, fumando otro cigarro. Se abre la puerta principal y aparece mi padre dispuesto a platicar del próximo juego del Santos. Lo interrumpo y le pregunto: ¿Alguna vez te han discriminado, por ser pobre o mexicano?”. Sorprendido por la pregunta y volteando hacia el suelo respondía con la cabeza que sí. ¿Qué hiciste? Preguntaba yo. “Los mande a chingar a su madre y me fui a trabajar”.

El problema de la mamoneria y racismo en México, no es cuestión de humor ni de lastima. Sino es cuestión de consciencia y reconocimiento. Porque estoy seguro que las ideas segregarías y separatistas no influirían en nosotros, si dejáramos de compararnos y de intentar de entrar en sociedades con otros principios y rechazando los propios. Al final de cuentas, ya debemos de hacer nuestro propio camino. En pocas palabras: Que chinguen a su madre y vamos a trabajar.

martes, 4 de abril de 2017

Hablemos de: Suicidio

Por: Sofía Valdez

Hace unos días recordé la frase de aquel novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés que por allá en 1957 se le concedió el premio nobel de literatura por «el conjunto de una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de la actualidad»

“Sólo existe un problema filosófico verdaderamente importante: el suicidio.”- Albert Camus

Actualmente la frase de Camus debería especificar que, más que un problema filosófico, el suicidio es básicamente un problema médico. Y esto puede afirmarse rotundamente, ya que las estadísticas demuestran que el 95% de las personas que mueren por suicidio sufren algún tipo de trastorno mental.


Esto demuestra que, lejos de la idea romántica que convertía el suicidio en una opción personal, o de la expresión de la libertad del individuo, éste es tan solo una expresión más, la más trágica, del sufrimiento que conlleva una enfermedad psíquica.


El suicidio suele producirse durante las siguientes fases:
  • Problemas afectivos (desamor o violencia)
  • Ausencia espiritual (conflictos de personalidad, existenciales y trastornos mentales)
  • Problemas económicos y sociales (abandono del hogar o padres, bullying)
  • Depresión y enfermedades crónicas (una de las características determinantes es la presencia de dolor).

La persona afectada tiene la sensación de que su vida carece de sentido, se siente fracasada e inútil, y cree sinceramente que su desaparición será un descanso para ella y los que le rodean. Como ha perdido la capacidad de gozar tiene la sensación que la vida es algo vacío y que no vale la pena.

Es muy difícil hacer comprender a una persona que se encuentra en este estado que su visión dramática de las cosas se debe a una enfermedad o a una fase de su vida, y que con un tratamiento adecuado, en pocas semanas recuperará la objetividad y ya no deseará la muerte.

El índice de intentos de suicidio frustrados ocupa una cifra considerable, cerca de un tercio de los pacientes han llevado a cabo algún intento de suicidio, y en algunos casos más de uno. 

A veces el intento es leve y puede expresar una necesidad de ayuda más que una autentica intención de morir, pero incluso los intentos más inofensivos indican que la idea de la muerte se encuentra presente de un modo más o menos próximo a lo que hay que poner remedio.

Los intentos de suicidio y sobre todo la consumación generan graves consecuencias en los familiares, quienes lejos de sentirse aliviados con el descenso de su pariente, suelen pasar a un infierno psicológico, que por lo general incluye sentimientos de culpa, desesperación e incluso pensamientos suicidas.

¿Qué hacer?
  • Pedir a un familiar o amigo que se mantenga cercano, física y emocionalmente.
  • Mantener la calma: una actitud relajada.
  • Escuchar: dar oportunidad y estimular a la persona que exprese sus quejas, angustias, miedos y dolor.
  • Respeto y comprensión.
  • Explorar alternativas ante los problemas manifestados.
  • Buscar ayuda especializada.

Para finalizar, mientras escribía este pequeño artículo recordé una canción, que quizá podría hacernos ver el suicidio de una manera más empática. así que, les dejo en link ¡Que la disfruten!.