Por: Sofía Valdez
Hace un tiempo me topé con una historia que me hizo reflexionar sobre la importancia de la atención psicológica para el núcleo familiar y no solo para el paciente como individual, la cual comparto con ustedes:
Se trata de un caso de un paciente oncológico, varón adulto con metástasis múltiples en el sistema digestivo en estadio III, y progresivo deterioro y condición física. Centrada la atención del personal sanitario y paramédico en aportar apoyo y ayuda al paciente, nadie se percató de la angustia que iba desarbolando la vida mental de su esposa. Mujer muy dependiente, deprimida, atemorizada y sin recursos emocionales o instrumentales para enfrentarse al cáncer de su marido, eligió terminar con su vida a través de una ingesta masiva de pastillas. Según dejó testimonio escrito en su diario, se veía incapaz de afrontar la prueba de contemplar día a día la destrucción de la vida y cuerpo de su joven esposo, y de vivir un futuro en doliente soledad. Igualmente decisivo fue el hecho de sufrir cómo, frente al diagnóstico de cáncer y posteriores ingresos hospitalarios de su marido, tanto amigos como familiares como compañeros de trabajo les hicieron el vacío, dejaron de llamarles y les dejaron solos y sin ninguna ayuda frente a la enfermedad, lo cual ocurre frecuentemente también en otros casos. Tras el suicidio de la esposa, antes de dos semanas siguió el del marido, como expiación del peso de la culpa de saberse causa de la desaparición de su mujer, a la que amaba.
Cualquier persona que haya tenido a su cargo familiares que hayan padecido ésta o cualquier otra enfermedad, estará de acuerdo conmigo en que los "cuidadores" son, en muchas ocasiones, los grandes olvidados a pesar de haber sufrido en primera persona angustia, impotencia, dolor, o desesperación, emociones y sentimientos que, también en muchos casos, hay que ocultar bajo una coraza para poder reunir las fuerzas necesarias que nos hagan seguir adelante y no desfallecer.
Las reacciones de miedo, incertidumbre, incredulidad, rabia o tristeza forman parte del proceso emocional y varían su intensidad a lo largo de la enfermedad. Dado que cualquier enfermo, no solo el que padece cáncer, no vive en aislamiento, parecería en principio lógico y obvio que los centros hospitalarios deberían interesarse por la familia que es lo más inmediato al paciente, la que le conoce mejor, la que pasa más tiempo con él, con la que mantiene vínculos emocionales más intensos, y de la que se puede obtener mayores y mejores recursos de apoyo para el enfermo, además, se desperdicia también de forma gratuita una privilegiada fuente de información de primera mano sobre el paciente y su evolución, así como una importante vía de intervención eficaz y de apoyo co-terapéutico. Debería ser contemplada la familia por el profesional de la salud como una imprescindible y activa aliada en la lucha contra la enfermedad, y no como un ente pasivo y potencialmente molesto que hay que mantener en la periferia del problema exclusivamente médico.
De ese punto parte la necesidad de promover la atención psicológica para familiares de pacientes con cualquier tipo de enfermedad. El objetivo de que los familiares de pacientes obtengan atención psicológica son:
- Que el familiar identifique cuales son las emociones y conductas que el diagnostico le provocan, para así, desde su estabilidad emocional ayudar al paciente enfermo
- Aumentar la empatía y mejorar la comunicación familiar- paciente.
- Que el familiar tenga conocimiento sobre la enfermedad a la que se enfrentan ayudará a que este, se convierta en monitor para detectar, síntomas de alerta, conductas anormales, avances o prevenir recaídas.
- Mayor adherencia al tratamiento
El familiar de un paciente, no debe olvidar que antes de ser el hermano, la mamá, o el primo del paciente enfermo, es primero un ser individual al cual también el diagnostico le impacta. Por lo que al obtener atención psicológica podrá reconocer sus emociones y conductas frente al suceso, lo cual hará que el apoyo que brinda a su familiar sea de una mejor calidad.