martes, 31 de enero de 2017

Más ayuda el que no estorba



Por: Juan Eusebio Valdez Villalobos


En una ocasión que tuvimos que pintar la casa de mis padres, ya que las paredes se encontraban en una condición semejante al cartón mojado. La pintura convertida en proyectiles caía a pedazos sobre nuestras cabezas. Esto sin hablar de la estética, ya que la entrada, estaba tan parchada que asemejaba los horribles sacos de los profesores en las películas gringas.

Todos los integrantes del equipo de pintura nos encontrábamos en reunión como las que hacen los jugadores de futbol americano, El QB era mi carnal mayor, Neto, ya que él siempre ha dicho que es el guapo de la familia y como nadie quiere hacer bronca todo el mundo le dice que sí. El head coach era mi padre, ya que todos asumimos que en su vida ha pintado miles de bardas por la forma tan técnica de dirigirse a los utensilios y a la pintura misma, no nos hizo dudar: Dos cuartos de blanca con uno de agua para que agarre el color. Arriba con rodillo y abajo con la brocha. Esta fácil” Decía mientras movía su mano dirigiendo al equipo.

Mi hermano menor y yo éramos los novatos y como novatos tendríamos que aprender, viendo a nuestro líder, en este caso Neto. Y así, empezó el juego. A nosotros nos asignaron la pared del fondo a esa que no le entra luz, supongo que por si fallábamos en la técnica, al final nadie notaria si la pared quedaba gacha. Mi padre y el QB empezaron a pintar de un lado al otro, parecía que llevaba años con su obra maestra en la cabeza.

En cuestión de un tiempo relativamente corto, ya habían terminado sus muros respectivamente, pero estaban tan acelerados y motivados que estaban en nuestra pared asignada, y empezaron las queja: “Así no”, ¿que no viste como te enseñe? EL primero en flaquear fue mi hermano menor que a sus 11 años decidió aventar brocha y trabajo a la basura. Abandonar el campo de juego.

Yo un cuanto más terco que mi brother menor, me quede estoico, empeñado a terminar mi labor en el campo de juego. El que ya no podía con tanta lentitud y mal pintada era el head coach, que de su boca expulsó una frase que aun en mi cabeza retumba cuando me encuentro a médicos, profesores, políticos, psicólogos, cantantes etc… tratando de dar solución a problemas que no competen a su área.

“Más ayuda el que no estorba” Frase realista y cruel. En ese momento mi padre ante tal frustración de ver a su novato pintor no encontrar la forma correcta de plasmar el blanco en la pared más oscura de la casa. Supongo que tenía la misma sensación de desesperación que sentimos, cuando nuestro país pareciera ser manejado por todo menos por políticos, o cuando nuestros policías puestos para defender la justicia nacional, son los mayores obstáculos para alcanzar seguridad publica digna, o cuando vemos a médicos, psicólogos cuyas disciplinas arrojadas a la salud, parecen ser los catalizadores de otras problemáticas, muchas veces por su falta de humanidad.

¿Quién dijo que somos todos buenos para todo? A mi jamás me pagaran por pintar casas y que bueno, porque sería un robo por mi falta de interés y capacidad. Pero en cambio ser psicólogo, ayudar por medio de la palabra, la plática, del discurso y así dar información a las personas respecto a su propio desarrollo personal, se me facilita y es más me pagan por eso. Ahora imagínense, un mundo donde todos nos dedicáramos a lo que nos compete. Un mundo donde alguien nos dijo eres malo para hacer esto o aquello. Este mundo tendría menos obstáculos, menos estorbos, estaríamos más cercanos a un color gris, que nos liberara de la presión de tener que ser “Los mejores”. 

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