¿Y tu porque le vas al Toluca?, es una pregunta que he escuchado la mayoría de las veces cuando alguien se entera de mi afición por el equipo del Estado de México, debo decir que no los culpo, entiendo que se tome como algo inusual encontrar un diablo rojo por esta tierra que es de santos.
Mi afición hacia el club mexiquense nace en el año del 2000, yo con 7 años de edad desde la ciudad de Chihuahua miro como un equipo de Rojo gana una final 5 goles a 1 a un equipo de verde y blanco, a partir de ahí decido irle al Club Deportivo Toluca, lo que comenzó como una decisión basada solo en un partido particular al paso de los años se volvió en un sentimiento enorme por esos colores tan característicos de los Diablos Rojos.
A menudo mi afición hacia el Toluca me hizo sentir excluido, varias fueron las ocasiones donde solo fungí como espectador en pláticas referentes al Santos, ahí estaba yo observando como un partido de tenis de izquierda a derecha como alguien hablaba de Apud, del ruso Adomaitis etc. Mientras la plática transcurría yo solo pensaba en una manera silenciosa e indetectable de salir de esa platica donde no participa ni siquiera para asentir con la cabeza.
Recuerdo aquella final del 2010, si, esa donde esos caprichosos penaltis le arrebataron al Toro Vuoso la oportunidad de salir en hombros del estadio, penaltis que viví como niño, grite, maldije, llore cuando Matías se disponía a patear y claro, lloré cuando Talavera voló y con las uñas desvió aquel impacto de Fernando Arce. Después del partido salí de mi casa y claro, la ciudad estaba sola, literalmente solo yo salí a festejar aquel nuevo campeonato rojo, en el trayecto de regreso a casa imaginaba las calles de la ciudad de Toluca repletas de gente festejando, recuerdo bien mi sentir, era el no pertenecer a aquí. Después ese sentimiento se extinguió pues gracias a mi familia y amigos comprendí que el ser diferente, aunque en este caso solo se trate del equipo de futbol favorito, no debe de impedir el disfrutar lo que eres.
En muchas ocasiones nos sentiremos distintos al resto, sentiremos que no encajamos dentro de un grupo en particular y probablemente busquemos cambiar para poder encajar, pero, ¿Por qué no aceptarnos como lo que somos? Si realmente nos aceptamos nos resultara mucho más fácil digerir que no siempre vamos a coincidir con gente que tenga los mismos gustos que los nuestros. Reconocer lo que somos y aceptarnos como tal, nos ayudara a identificar las cualidades y defectos que cada uno de nosotros poseemos de una manera distinta que nos permita sentirnos cómodos siendo distintos a los demás.
Guillermo Badillo Pérez
Grupo Miranda Psicología Especializada